domingo, 21 de febrero de 2010

Iglesia de la Magdalena, estilo manuelino, Olivenza
Museo Etnográfico Olivenza, cocina antigua

Museo Etnográfico Olivenza, molino de aceite


Torre del Homenaje, Olivenza



Vista desde la Torre, Olivenza




Ya empieza el Carnaval de Badajoz





Rafa, el jefe cocinero






Museo Arte Romano Mérida, retrato de Augusto






Museo Arte Romano Mérida








Mérida, teatro romano









Mérida, Maribel y yo, entrada anfiteatro










Badajoz, Puerta de Palmas











Badajoz, fortaleza árabe












Jerez de los Caballeros













La Dehesa, con impresionantes encinas














De viaje por la sierra, descanso con vistas


El fin de semana anterior fui de visita a Badajoz en la Comunidad de Extremadura, donde viven los propietarios de nuestra casa, Maribel y Rafa. Ellos me invitaron en su casa, un piso muy bonito y acogedor con una terraza enorme en las afueras de la ciudad. Con ellos me sentía como en casa, tan hospitalarios y amables.
Filip se quedó en casa con los perros porque no era una excursión adecuada para hacer con ellos.
El viernes salí en dirección a la sierra de Aracena. Ya en la Comunidad de Extremadura, di una vuelta por la ciudad de Jerez de los Caballeros, con su fortaleza árabe, sus casas blancas, sus calles empinadas y sus torres barrocas especiales, una de ladrillo y otra con decoraciones de cerámica. La ciudad debe su nombre a los caballeros templarios.
Después bajé a la Dehesa, una región de campos con los árboles que tanto me gustan: encinas, olivos, alcornoques. Es el entorno ideal para la ganadería. Aquí se ven muchos cerdos negros que producen jamones y embutidos de fama mundial.
Por fin llegué a Badajoz , en la orilla del río Guadiana, donde me recibieron Maribel y Rafa. Con Maribel hice un paseo nocturno por la ciudad, charlando de mil y una cosas. Aunque no tiene tantos monumentos importantes, me gustó mucho: la fortaleza árabe, la torre espantaperros, la plazuela de San José, el puente y la puerta de Palmas...Cenamos en la bocatería Zampabollos, nuevo negocio del hijo mayor, Rafa hijo, donde se come bien y barato. ¡Jolín, allí sirven unos bocadillos gigantes!
Después fuimos a escuchar los cantos irónicos de las Murgas en el teatro. Los Carnavales de Badajoz son fiestas de interés turístico regional y las Murgas, que son coros carnavalescos, son una de las muestras de creatividad de la gente.
El día después Maribel y yo visitamos Mérida, antiguo centro romano muy importante. ¡Una maravilla! Entramos en el grandioso anfiteatro, donde se ofrecían espectáculos con gladiadores y animales salvajes, para unos 14000 espectadores. Luego bajamos las gradas del teatro romano, en el que caben unas 6000 personas, hacia el escenario con sus columnas monumentales. Al final visitamos el Museo Nacional de Arte Romano, que me impresionaba mucho. El edificio es obra del arquitecto Rafael Moneo, es de ladrillo, como una construcción clásica romana, y tiene mucha luz natural. Las piezas que destacan, son el retrato de Augusto, la estatua del dios Mitra y los bellos mosaicos. Cuando llegamos a casa, a Badajoz, Rafa ya había preparado el aperitivo: vino y cava con unos canapés muy ricos. Luego sirvió pierna de cordero al horno, con verduras salteadas y patatas picantes. Después probamos la famosa Torta del Casar, un queso extremeño que es duro por fuera y cremoso, casi líquido por dentro. Terminamos el almuerzo con un sorbete de limón. Se imponía una siesta, pero yo no podía dormir. Como la comida estaba tan rica, había comido demasiado y el estómago empezó a molestarme. Por suerte, dando un paseo con Maribel, se me pasó la molestia. Fuimos a las calles comerciales, entramos en el Corte Inglés y compramos libros y cédés. Esa noche nos divertimos en el concurso de las bandas de tambor que acompañan a las comparsas en la cabalgata de Carnaval. Rafa también me mostró las oficinas de su empresa.
El domingo me fui temprano, pero antes Rafa me preparó el desayuno. Me regalaron un delicioso queso Torta del Casar y cava y vino para el cumple de Felipe, y me llevé un bocadillo gigante de Rafa “Zampabollos” hijo.
Primero fui a Olivenza, a unos 25 km de Badajoz, un pueblo blanco muy bonito. Allí subí la Torre del Homenaje del Alcázar, que no tiene escaleras sino 17 rampas para llegar a la terraza. Así se podía subir a caballo, como en la Giralda de Sevilla. Visité el Museo etnográfica que me encantó: tiene 26 salas que muestran algún aspecto de la vida de antes de la gente de a pie: una cocina antigua, una salita de bordados, un dormitorio humilde, una escuela popular, juguetes antiguos...También la Iglesia de la Magdalena vale la pena: es de estilo manuelino portugués con bellas columnas torsas y decoraciones de azulejos.
Después fui a Portugal, bajando al sur por las dehesas, primero la portuguesa, luego la de Huelva, desde Rosal de la Frontera. A veces me paré un rato para admirar el paisaje, que es tan tan bonito. Bueno, es lo que creo yo...Es que me gustan las cosas simples, la naturaleza y la tranquilidad.
Llegué “a casa” cansada pero muy contenta. Además siempre es agradable volver a ver a mi “familia”, ¡claro!













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