martes, 27 de octubre de 2009

abubilla
salamanquesa

rabilargo


camaleón
Esta vez os cuento algo sobre los animalitos que viven en nuestros alrededores. Ya os he hablado de los bichos molestos: las hormigas. Por cierto, en lugar de “óleo etérico”, es mejor decir “aceite esencial”.
En nuestro jardín tenemos riego automático para los árboles frutales: hay olivos, higueras, chirimoyos, melocotoneros, granados, membrillos y limeros. Cada día, a la misma hora, se forma un charco de agua fresco alrededor de un melocotonero cerca de la terraza, el lugar ideal para observar las aves que vienen a beber y a bañarse. Además de las especies conocidas como el petirrojo y el carbonero, ya hemos visto rabilargos (sí, tienen el rabo largo y azul) y abubillas.
Por la noche, cuando estamos en la terraza con las luces encendidas, salen las salamanquesas, un tipo de geco, que vienen a cazar los insectos que son atraídos por la luz. Son muy graciosas, andan por las paredes como si tuvieran pegamento en las plantas de las patitas. Sí, tienen “almohadillas adhesivas”. Algunas suelen pasar al interior de la casa, pero no hacen ningún daño, al contrario, quitan los insectos.
Pero los más bonitos son los camaleones en los arbustos que rodean la terraza. Es una especie protegida. Hasta ahora hemos descubierto 4 ejemplares, algo único según se dice aquí, y todo el mundo nos tiene envidia. Yo estoy fascinada con ellos y podría pasar horas observándolos. Se mueven muy lentamente, tienen la lengua muy larga, rápida y pegajosa para cazar insectos y sus ojos pueden ser movidos independientemente el uno del otro. ¡Un pequeño dragón!




¡Qué vergüenza! Que no he publicado nada en mi blog desde hace un mes. Perdonádme , amigos, pero es que, después de preparar y dar las clases de francés e inglés, el tiempo libre que me queda, lo prefiero dedicar a cosas más agradables que estar delante del portátil. No os podéis imaginar el buen tiempo que hace aquí. Hasta ahora hemos tenido tres días de lluvia y algunos días de cielos cubiertos. Hace mucho sol y las temperaturas son de 25 a 30 grados.
Bueeeno, otra vez he tenido que interrumpir mi trabajo literario: me ha llamado Filip que está esperándome en el pueblo de Isla Cristina, a unos 8 km de aquí. Se había ido a dar una vuelta en bici y ahora tiene un pinchazo. Así que yo, en la furgoneta, a por él. En el momento que estoy pensando: “Cielos, se me olvidaron los documentos del coche en casa...”, ahí está la policía, controlando. La ley de Murphy. Me paran, miran mi DNI, escuchan mi lamento de “marido, pinchazo blablabla” y me dejan pasar, tralalala. En el pueblo, hemos ido enseguida al taller de bicicletas. Dice el reparador que la cubierta y la cámara de la rueda trasera están gastadas. No me extraña nada. Va a cambiar esas y los puños también (es decir , lo que cubre los puños).
Mis padres pasaron tres semanas con nosotros. También tuve que dedicarles algo de tiempo, claro. Ayer volvieron a casa, muy contentos y relajados. Si todo va bien, nos volverán a visitar pero todavía no sé cuándo.